jueves, 28 de abril de 2011

El libro favorito de Blas Infante

Emilio Lemos Ortega, medalla de oro de Andalucía a título póstumo, vivía en una casa en la que siete siglos antes residió un funcionario árabe que trabajaba en los Reales Alcázares. Tiene tres plantas y veinte habitaciones. Está en el número 7 de la calle Ortiz de Zúñiga.

Cuando joven, Emilio Lemos, que fue secretario de las Juventudes Libertarias, montó un negocio de escobas de palma en Brenes. Las vendía por vagones a las grandes capitales. Después fue fabricante de “Anís del mono” y representante de una empresa de vermouth de Italia.
-¿Recuerda a algunos buenos clientes?
-A Rafael Ochoa, el confitero, a Francisco Chico Ganga, que tenía un almacén de zapatos y, sobre todo, a Manuel Rufo Gil, que me presentó a Blas Infante y a otros andalucistas fisiócratas.
-¿Qué hizo usted antes de estos negocios tan lucrativos?
-Aré, cavé, guardé vacas, cabras y cerdos en Constantina, donde yo nací y mi padre tenía fincas propias.
-¿Hijo único?
-Yo tenía veinticuatro hermanos.
-¿Veinticuatro?
-Sí. Sólo viven dos.
-¿Cómo ha sido su vida sentimental?
-Primero me casé con una prima mía que era viuda y tenía dos hijas. Murió en 1962. Después contraje matrimonio con una sobrina mía.
-¿Su mili?
-En mi compañía, de los 230 reclutas que había, eran analfabetos 224. Uno de Paradas me dijo: “Mi teniente, ¿puedo meal ?” “¿Con la ele? le pregunté. “Con la ele, no señor. Con la polla” contestó. El pobre, como me veía escribir me tomó por teniente. Yo era soldado raso.
-¿Cómo era Blas Infante?
-Un hombre tan ensimismado que incluso cuando llegó la hora de casarse se distrajo de tal forma que se olvidó de coger el tren hasta Peñaflor, donde iba a contraer matrimonio con una hija de Pedro Parias. Se tuvo que casar a media noche.
-¿Lo llevó usted a Peñaflor?
-Lo llevó un médico de niños muy bueno y un gran andalucista Antonio Camacho.
Lo mataron en el puente de San Telmo en el verano del 36. Y también a su mujer, cuando ella se puso delante de él para salvarlo.
-¿Cuál era la biblia para Blas Infante?
-Un libro que se llamaba “Progreso y miseria”, escrito en 1879, por el economista norteamericano Henry George.
-¿De qué trata?
-De las crisis económicas y su remedio.

Emilio Lemos Ortega me contó en plano lucidez y sin resentimiento lo que sigue:
“Una tarde, cuando don Blas Infante y yo hablábamos de los ideales andaluces, le dije que si la sociedad no vivía bien, nadie tenía derecho a vivir bien. Entonces él me respondió:
-Mire, usted, Lemos, nuestra meta, nuestros ideales andaluces serán conseguidos cuando las ranas críen pelos
-Hombre, por Dios, don Blas, yo no he escuchado lo que acaba de decirme. Es como si sus palabras me hubieran entrado por un oído y me hubieran salido por el otro”.
-Lo de las ranas… desperanzador, comenté a Emilio Lemos.
-Esa frase me ha dado mucha lata en mi vida, ya que cuando la pronunció don Blas estaba delante mi mujer. Y en muchísimas ocasiones me la refregó ella, diciéndome que fuera más practico en la vida y me dejara de tantos ideales.