martes, 23 de enero de 2018

La libertad es lo primero

Marcelino Camacho vestía jersey de cuello alto, de color avellana tostada que le había hecho Josefina, su esposa. Para él la vida no consistía en meter en la cárcel a los que le habían metido en ella, porque era partidario de la reconciliación nacional y de una sociedad más justa, más humana y más libre. (La libertad es lo primero, se la comerán los lobos si la dejamos para luego). No fue un lobo sino un sevillano el que le abrió los ojos al comunismo. Se llamaba Ramón Lauda Toribio, ferroviario de la estación de Sevilla que fue trasladado, por represalia, a la estación de Osma La Rasa (Soria) donde trabajaba el padre de Marcelino.