jueves, 10 de mayo de 2018

Banderas a media asta

Las banderas del Colegio de Abogados de Sevilla ondean a media asta por la muerte de don Manuel Rojo Cabrera ex decano de la entidad. Tenía 92 años. En una larga conversación que tuve con él figura lo que sigue:

¿Cómo hizo el trabajo el verdugo? “Quebró con pericia el espinazo de cada condenado, a la altura de la cuarta vértebra cervical, produciéndoles la muerte por estrangulación y asfixia conjuntamente”. Así me lo me explicó don Manuel que fue el abogado de uno de los tres condenados a muerte por el crimen de las dos hermanas que regentaban el estanco de la calle Menéndez Pelayo, número 24, de Sevilla, cometido el 11 de julio de 1952. La sentencia se cumplió el 4 de abril de 1956, cuando amanecía, en el patio interior de la antigua cárcel de esta capital. Diez horas antes les comunicaron que iban a ser ejecutados. ¿Recibieron asistencia religiosa?

“Un padre capuchino les dijo una misa en la prisión dos horas antes de las ejecuciones. Se puso una casulla blanca en vez de una negra y dedicó la homilía a hablar de la inocencia de los tres reos, que se habían confesado con él y después comulgaron” ¿Cómo llegaron a la máquina del garrote vil? “Mi defendido iba sostenido por dos personas, porque se caía. El que se mostró más entero fue "El Tarta", Los tres estaban influidos excesivamente por el capuchino. En este ambiente no se vinieron abajo”. ¿Mintió usted en el juicio? “No me importa en absoluto tener que mentir en una causa penal, defendiendo como inocente a quien sé que es culpable. Puedo mentir, pero no busco pruebas falsas que apoyen mi mentira”. ¿Fue justa la sentencia? “Mi convicción es que la sentencia fue justa y que los que fueron condenados a la pena capital eran los que habían asesinado a las dos hermanas estanqueras.” ¿Muchas puñaladas? “Hubo ensañamiento, porque actuaron a impulsos de la droga”.

 ¿Don Manuel, cómo es su Dios? 
 “Es cercano, paciente, se vuelca por el hombre en concreto”